jueves, 14 de julio de 2011

FITO PAEZ PUSO EN DISCUSION ALGO MAS IMPORTANTE QUE EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA ASCO....


Cuántas interpretaciones diversas motivaron la nota que el genial músico publicó en un matutino de nuestra ciudad al manifestarse con tanta claridad sobre el resultado de las elecciones capitalinas. Lo que en realidad ocurrió es que Fito Páez con conciencia de lo que iba a generar -o sin ella- arrojó un tsunami devastador sobre la conciencia de “ellos” y “nosotros”.
Unos -“ellos”- comenzaron una feroz campaña demonizadora que buscó crucificar al músico, de clara filiación democrática, como lo ha demostrado a lo largo de toda su carrera, que por medio de una operación mediática comenzó a ser tildado de fascista, intolerante, propulsor de militarismos, crispado y no se cuantos adjetivos más que llevaba por objetivo involucrar directamente al kirchnerismo en esa ofensiva.
Otros, pero cerca de “ellos”, sostuvieron algo parecido pero tratando de matizar sus críticas  con el agregado “como es posible que un músico tan genial” pueda decir estas palabras que suenan tan intolerantes. Sin embargo “ellos” no dijeron nada cuando Elisa Carrió deseó públicamente la muerte de Néstor Kirchner, cuando Mauricio Macri pretendió tirarlo por la ventana, cuando Eduardo Duhalde habló de perdonar de una buena vez a Videla y cerrar el tema del proceso que era un tema del pasado o cuando  Ricardo Alfonsín escupiendo sobre la historia de su propio apellido hizo una alianza electoral con lo más recontrapodrido del neoliberalismo conservador.
Cuanta hipocresía en el debate, cuanta liviandad. Pero por suerte existe Fito para romper la modorra en la ciudad de pobres corazones. Los porteños se verán obligados –quieran o no- a discutir el tema.
Sin embargo, “nosotros” recibimos el estallido de diversas maneras. Algunos de “nosotros” -pero bastante parecidos a “ellos”- se propusieron inmediatamente hacer docencia con Fito al cual lo “intentaron interpretar” como a un artista con alas creativas especiales que puede manifestarse como quiera aunque “ellos no dirían lo que dijo”, otros le “explican con consejos” al músico como hay que explicarles a los porteños –que no demandan explicaciones algunas-  lo que no se le pudo explicar durante la campaña. En algunos casos parecen decididamente miedosos para salir de la agenda que le proponen los medios y la mayoría exultante porteña.
Ahora yo digo: ¿El tsunami es solo para “ellos”? ¿No se desparrama ni una gota para nuestro lado? ¿Tuvimos errores, cuáles? Parece mentira que si no generaba esta explosión el músico con su contratapa estábamos más callados que el penado catorce, como dice el tango, y seguramente íbamos a terminar -en la ciudad- haciendo señas como el penado desde el silencio. Porque no lo decimos de una buena vez: En treinta años de militancia en el peronismo nunca pudimos observar tanta apatía en una campaña, a pesar de que contábamos esta vez con un liderazgo nacional de excepción.
Comencemos. La ciudad de Buenos Aires tiene una historia muy compleja. Alberga por un lado una tradición democrática y pluralista que ha defendido a lo largo de toda su  historia. Sin embargo lo ha hecho con una carencia notable, porque ha afirmado “principios liberales” sin consolidar “principios democráticos”. Hoy ninguno de nosotros se animaría a sostener una democracia que no aceptara la incorporación de derechos sociales, económicos y de tercera o cuarta generación, que es de lo que está careciendo la ciudad. Discriminación, salud pública deteriorada, educación en crisis, aliento a la xenofobia, elementos de gestión municipal deficitarios, son algunos de los elementos que no podemos desconocer. ¿Y sin embargo, que? Los temas de la gestión deficiente ocuparon un secundario lugar en la agenda política de campaña.
Tuvimos tres candidatos aceptablemente buenos. Los tres tenían gestión sobre sus espaldas y todas exitosas. Alguien debería explicar con cierto raciocinio porque entonces no se hizo que los candidatos compitieran por el voto de los ciudadanos en elecciones abiertas. El ganador hubiera salido potenciado.  La ciudad de Buenos Aires es sensible a la defensa de su autonomía, a la que reclamó insistentemente teniendo que sobrellevar que la misma fue lograda a partir del Pacto de Olivos. No se puede hacer campaña donde la línea argumentativa es la intromisión del Estado Nacional como factor de resolución de los problemas de gestión. Buenos Aires no observa esto como algo positivo como tal vez lo podría observar una provincia del interior donde el Estado generalmente está menos presente y se aspira a dicha presencia.
Tres candidatos haciendo campaña, con experiencia de gestión, recorriendo los barrios, ganando adhesiones, para que luego un dedo, por más que ese dedo sea de una importancia colosal, no cae bien en la conciencia y en la práctica de los porteños.
Por otro lado, llevamos tres colectoras sin explicar a la ciudadanía el porque de las mismas. Si son tan buenas realmente lo importante es mostrar esa diversidad como atractivo y si son malas no es conveniente hacerlas. Pero hacerlas y no aprovechar esa pluralidad es por lo menos un acto de ingenuidad mezquina. 
Por otra parte, la lista oficial de legisladores del Frente para la Victoria terminó presentando una incoherencia de formato. En los primeros cinco puestos, cuatro candidatos que tienen una historia de vinculación con el tema de derechos humanos. En algunos casos excesivamente recientes. ¿No teníamos otros representantes de áreas distintas? Sin embargo, dentro de esa temática, solamente el compañero ubicado en el quinto lugar -Juan Carlos Dante Gullo- podía mostrar una historia de militancia y coherencia en el peronismo probada a lo largo de muchísimos años.
Por otra parte, no debemos pedirle a nuestro candidato que haga lo que no siente o se disfrace de algo con lo que no concuerda por su especialidad o formación, pero es necesario que la campaña se encare de otra manera. Si el “otro” es planteado como el nene bueno, rubio, de ojos celestes, pacífico, si se quiere incluso algo tonto, el nuestro cuanto menos debe ser “el que recorre el barrio”, pícaro, irreverente, ganador, contestatario.
Salir toda la última semana a hacer eje en “solicitar un debate” donde “se especulaba con la fuerza de la intelectualidad del candidato” cuando el planteo del “otro” es no debatir, incluso despolitizar la contienda, hablar del bigote de utilería en lo de la Susana, es no solo limitado como propuesta sino también bastante ingenuo.  
Por último, me resta decir: gracias Fito. No sé si tiene razón. No sé si son justos los planteos. Pero realmente no me importa mucho porque lo que generó fue un bolonqui sensacional que era necesario para despertar a una ciudad dormida de muchos sueños.
Profesor Daniel Lenci
Jefe del Departamento de Historia
Colegio Nacional de Buenos Aires