Las elecciones nacionales venezolanas del próximo 7 de octubre son de suma importancia y tienen una gran incidencia estratégica regional. Son demasiadas cosas las que se juegan y obliga a todos los países sudamericanos a considerarlas muy especialmente. Se espera -lo deseamos- un contundente triunfo de Hugo Chávez dentro de los marcos de la institucionalidad democrática de la cual nunca se ha apartado. Los sectores opositores, especialmente los mediáticos, han sembrado siempre nutridas sospechas sobre los procesos electorales, pero todos los organismos de control, mucho de ellos internacionales, no han podido nunca encontrar alguna anomalía. No olvidemos que fueron a presenciar muchas elecciones en Venezuela organismos de Naciones Unidas entre los más reconocidos. Su oponente es Henrique Capriles, un hombre ligado a la ultraderecha que no ha menoscabo incluso participar en intentos golpistas violentos, como el asalto a la Embajada de Cuba. El candidato opositor no presenta en esta oportunidad una propuesta que desmerezca las conquistas sociales del régimen chavista sino que se centra más en la imposibilidad de que el primer mandatario venezolano pueda por razones de salud terminar su mandato. Se lo ha escuchado en varios reportajes decir al candidato opositor que admira a Lula el ex presidente de Brasil omitiendo decir que proviene de una asociación como Tradición, Familia y Propiedad, de clara inspiración derechista y conservadora. El lider del proceso de cambio venezolano le responde con una campaña intensa donde formula sus profundos discursos recorriendo los barrios humildes y rescatando las conquistas que el pueblo venezolano ha conquistado. El triunfo por el momento no parece amenazado pero los compañeros chavistas tienen especial cuidado con los intentos desestabilizadores que plantean algunos sectores opositores con el beneplácito de los medios concentrados. Consideramos que el triunfo del gobierno de Hugo Chávez es fundamental para la región porque Venezuela ha ido consolidando un proceso de fuerte intervención estatal con una equitativa distribución de la riqueza. Es un modelo muy interesante donde más del 40% del presupuesto nacional el Estado lo vuelca a las inversiones sociales. Dieron una dura batalla por la alfabetización del pueblo al que acompañó con un incremento notable de la masa docente. Algunos datos son elocuentes porque Venezuela se convirtió en el segundo país con mayor cantidad de alumnos matriculados en estudio siguiendo el camino de Cuba que ha sido la pionera en esa materia. El mercado laboral ha crecido y la previsión social ha mejorado notablemente. La población venezolana se alimenta mejor y el Estado nacional ha proveído del sistema mercal (mercado de alimentos) para mejorar el desarrollo alimenticio de los sectores más humildes. Se creó este programa en el año 2003 que consiste en construir y dotar almacenes y supermercados con alimentos y otros productos de primera necesidad con precios accesibles a la población más necesitada. Obviamente que los alimentos están subsidiados y el Estado se encarga de que lleguen a las góndolas sin intermediarios, lo que reduce entre un 30 a 35% el precio de los mismos. También construyeron los popularmente llamados mercalitos, es decir establecimientos de tamaños reducidos o simplemente camiones con alimentos que se venden en distintas calles. Esto está acompañado de políticas de salud como servicios de control odontológicos y análisis
visuales que practican los optómetras. Para lograr esta política alimenticia debió enfrentar sistemáticamente a los grandes latifundios de la oligarquía que siempre fueron opositores al modelo. La importancia de la producción de energía marca a Venezuela como de vital importancia para la región. Auguramos un claro triunfo de Hugo Chávez en octubre que servirá para fortalecer el Mercosur y permitir elaborar políticas de integración territorial cada vez más sólidas.
